Parroquia de Nuestra Señora del Sagrario

El genial arquitecto y presbítero don Pedro Castellanos Lambley (1902-1961), diseñó a mediados del siglo pasado el céntrico templo parroquial tapatío de Nuestra Señora del Sagrario (avenida Fray Antonio Alcalde 925, colonia Alcalde Barranquitas), que nació como capellanía de la parroquia del Santuario de Guadalupe y obtuvo ese rango en 1986. En su obra material participó el acaudalado terrateniente Rafael Ochoa Montaño (+1956), que ahí fue sepultado, miembro de la colonia tamazulense de Guadalajara que encabezaba el presbítero don Librado Arreola. Deseaban todos un templo dedicado a la patrona de Tamazula, Nuestra Señora del Sagrario, y así se les concedió. Concluida la obra material, Alfonso de Lara Gallardo (1922-2013) creó para el recinto los 16 cuadros del Viacrucis.

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El escultor tapatío Fidel N. Galindo labró la imagen de Nuestra Señora del Sagrario que la Colonia Tamazulense –presidida por el párroco de la Santísima Trinidad, don Librado Arreola–,obsequió al arzobispo José Garibi, quien dispuso quedara en la capilla del hospital de ese nombre mientras se le dedicaba un templo.

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Dentro del importante acervo escultórico del templo de Nuestra Señora del Sagrario, destaca, por la devoción que le tienen los fieles, la escultura de Jesús Divino Preso.

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Una placa recuerda cómo el 30 de enero de 1979, san Juan Pablo II, de camino a la basílica de Zapopan, en su Viaje Apostólico a México, pasó por este templo.

Corte arquitectónico y detalle al interior de la nave

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El párroco Rubén Darío Rivera introdujo la Adoración Eucarística diurna. Para destacar tal privilegio se cuenta con una custodia de grandes dimensiones.

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Una vidriera de colores instalada en el vano sur del presbiterio ilustra el episodio de la Adoración de los Magos: la estrella de Belén señala a los representantes de los pueblos paganos el sitio exacto del nacimiento del Redentor.

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Según lo dispuso el presbítero Benjamín Sánchez, el mosaico dorado que tachona el muro testero del templo y resalta el nicho de Nuestra Señora del Sagrario, se inspira en ella en cuanto Casa de Oro, esto es, morada del Verbo Encarnado.

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La escultura del abogado de imposibles, san Antonio de Padua, es de media tallay excelente factura. Franciscano, predicador y Doctor de la Iglesia, el Niño Jesús que lleva en sus brazos alude a la infancia espiritual.

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Nuestra Señora del Sagrario cuenta con una Corte de Honor. Sus fiestas anuales van del 23 de enero al 2 de febrero. En ese lapso se anima la vida parroquial y con celebraciones eucarísticas en los centros de misión de la comunidad.

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El culto a Santa María de Guadalupe aquí tiene un triple motivo: honrar a la emperatriz celestial de América, de México y de la parroquia creada por el siervo de Dios fray Antonio Alcalde y de la que se desprendió esta comunidad parroquial.

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Este conjunto escultórico recuerda las revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita María Alacoque (1647-1690), monja del convento de la Visitación de Santa María, en Paray-le-Monial, en el centro de Francia, culto consolidado en la Iglesia gracias a los empeños de los jesuitas.

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La devoción a Jesús Crucificado bajo el título de El Señor del Encino es de la delegación de Ocotes de Moya, en Yahualica, municipio donde nació el párroco Macario Torres, que por eso la introdujo en esta parroquia.

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Este es el último proyecto de un gran campanario hecho en Guadalajara, si bien su peso excesivo las mantiene silentes y en tiempos del párroco Macario Torres incluso se decidió retirar, en pedazos, algunas.

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En las torres del templo, don Luis Sánchez Araiza hizo instalar ocho campanas y esquilones. Juntos pesan 32 toneladas de bronce; la campana mayor pesa seis; la de San Francisco de Asís, cuatro. Hay una que se llama San José, por estar dedicada al Arzobispo José Garibi Rivera.

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El párroco Macario Torres González cambió el uso de la capilla del Sagrado Corazón, de adoración eucarística a lugar para columbarios de urnas cinerarias.

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El maestro Alfonso de Lara pintó 16 lienzos al acrílico, de 330 por 210 centímetros, inspirándose en el Romancero de la Vía Dolorosa, publicado bajo el seudónimo Fr’Asinello, por el presbítero Benjamín Sánchez Esp inoza (1923-2011).

He aquí, por sus títulos, una selección de ocho de los 16 cuadros de gran formato confeccionados a petición de Fr’Asinello por Alfonso de Lara (terciario benedictino y según Guillermo García Oropeza, el último pintor religioso de México): A) La Natividad del Señor. B) Jesús es condenado a muerte. C) Jesús se abraza a la cruz. D) Jesús se encuentra con su Madre. E) El Cirineo ayuda a Jesús a llevar su cruz. F) La Verónica enjuga el rostro de Jesús. G) Jesús cae por segunda vez. H) Jesús cae por tercera vez.

Información extra

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Luis Sánchez Araiza

1904 - 1982

Obedeciendo a sus superiores, el presbítero Luis Sánchez Araiza, vicario parroquial del Santuario de Guadalupe, inició, en 1953, la construcción de este templo.

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Benjamín Sánchez Espinoza

1923 - 2011

Siendo rector del templo y por instrucciones suyas, el maestro Alfonso de Lara Gallardo pintó para el recinto un viacrucis monumental

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Monseñor Rubén Darío Rivera Sahagún

1934

Monseñor Rubén Darío Rivera Sahagún, rector de la capellanía (1984) y primer párroco (1986), atendió la pastoral universitaria y construyó la Casa de Ejercicios parroquial.

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Macario Torres González

1944 - 2006

Primero como capellán auxiliar (1982) y luego como segundo párroco (1996), atendió esta comunidad el querido presbítero.

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En 1953, a petición del arzobispo José Garibi Rivera, inició la construcción de este templo. Su responsable fue el presb ítero Luis Sánchez Araiza y su espacio, un terreno donado por los ingenieros J. Guadalupe Sánchez y Francisco Martín y por el doctor Miguel Ponce, todo con el respaldo del párroco del Santuario, monseñor Jesús Ruiz Vidaurri.

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En 1931, año del cuarto centenario de las apariciones del Tepeyac, siendo el presbítero Luis Sánchez Araiza vicario parroquial del Santuario de Guadalupe, fundó en ese barrio el Hospital Guadalupano, que luego, con el nombre de Alcalde, mudó más al norte, a las Barranquitas de Belén, en un predio que le donó la familia Sánchez Arana, entre las calles que hoy llevan los nombres de Silvestre Revueltas y Torres Quintero. Además del nosocomio, Sánchez Araiza construirá el templo parroquial , su conjunto pastor al y los colegios Tepeyac y Motolinía.

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Para complacer al arzobispo Don Juan Sandoval, el párroco Macario Torres impuso al templo la devoción al Señor del Encino y al mártir jalisciense san Rodrigo Aguilar Alemán.

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El arquitecto y presbítero don Pedro Castellanos, que fundó y presidió hasta su muerte la Comisión de Arte Sacro de Guadalajara, dividió la nave de este templo en nueve tramos y un crucero. Signo de austera elegancia de parte suya era dejar al descubierto el ladrillo de las fachadas, como se advierte en varios edificios eclesiásticos de su diseño.