Catedral de Guadalajara

Catedral Basílica de la Asunción (Arquidiócesis de Guadalajara)

La catedral metropolitana de Guadalajara, dedicada a la Asunción de María, es el monumento patrimonial más importante de Jalisco y del Occidente de México. Se comenzó a construir en 1573, se dedicó en 1618, se consagró en 1716 y alcanzó el título de metropolitana en 1863. Ha servido de cátedra a 31 obispos y 10 arzobispos hasta el año 2018.

En su interior han tenido lugar los acontecimientos públicos más relevantes para la conformación de Guadalajara y de su entorno cultural. La ciudad se desarrolló alrededor de este inmueble, que hoy ocupa el centro de una cruz de plazas, elemento urbano único en el mundo y signo de la reconciliación que tuvo lugar en este suelo luego de la persecución religiosa que va de 1914 a 1940. Entre los visitantes que han sido recibidos en ella de forma oficial destacan el caudillo Miguel Hidalgo y el Papa Juan Pablo II.

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Corte arquitectónico y detalle al interior de la nave

En 1947, en el marco del cuarto centenario de la creación de la Diócesis, el Papa Pío XII otorgó a la Catedral de Guadalajara el rango de Basílica Menor. El recinto cumplió 300 años de haberse consagrado en el año de 2016, y el 18 de febrero del 2018, 400 de haberse inaugurado. Se trata, pues, del edificio más antiguo de Guadalajara y uno de los recintos catedralicios más añosos del continente americano. El 18 de mayo del 2018 se cumplieron 200 años de la última caída de sus torres. Las actuales, con su característica forma de “alcatraces al revés”, las construyó Manuel Gómez Ibarra en 1854 y tienen 65 metros de altura.

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La cúpula que ilumina el muro testero de la catedral la concluyó Domingo Torres en 1875. Los vitrales del recinto con episodios de la vida de María de Nazaret casi todos son de la casa Pellandini y se hicieron a fines del siglo XIX. El más reciente ocupa el lugar donde hasta 1992 estuvo el órgano del coro catedralicio y resalta el Misterio mariano al que está dedicada la catedral, la Asunción de María a los cielos, representada en un bello conjunto escultórico de Mariano Perrusquía.

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El pintor Carlos Villaseñor (1845-1920), el mejor representante del clasicismo plástico en Guadalajara, pintó en las enjutas o pechinas de la cúpula de la Catedral a los cuatro Evangelistas con sus atributos, el tetramorfo: un ángel para San Mateo (que vemos aquí), un león para San Marcos, un toro para San Lucas y un águila para San Juan.

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Felipe Castro (1834-1908) pintó el tema de La adoración de los Reyes en 1896.

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Del pintor José María Uriarte es La expulsión de los mercaderes del templo (1819), lienzo que hasta 1893 adornó el arco de medio punto donde hoy se sitúa la tribuna del monumental órgano catedralicio.

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El primer altar lateral de la nave sur catedralicia es de alabastro y está dedicado al Apóstol Pedro, al que flanquean san Pablo y Santiago, patrono original de la diócesis.

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La capilla de la Purísima, de excepcional belleza, la hizo Teodoro Rentería entre 1873 y 187; se consagró el 8 de diciembre de ese último año. En esta capilla, donde antes estaba la puerta sur catedralicia, se admira esta Última Cena del francés A. Deschamps.

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En la puerta principal catedralicia están labradas en las columnas a la derecha, la firma del maestro mayor Martín Casillas y marca de cantería del arquitecto Ignacio Díaz Morales (1905 - 1992), el cual restauró el recinto entre 1946 y 1948.

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El elemento más hermoso de la Catedral, a decir del restaurador del inmueble y fundador de la Facultad de Arquitectura de Guadalajara, Ignacio Díaz Morales (1905-1992), es el púlpito catedralicio, hecho de alabastro y adornado con piezas de bronce cincelado. Adereza su respaldo una pintura del celestial patrono de los estudios teológicos, Santo Tomás de Aquino.

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El coro del Cabildo Eclesiástico, para el rezo del Oficio Divino, se estrenó en 1832. Los sitiales de su sillería, muy elegante y fina, son posteriores a esta fecha y están hechos de madera de cocobol. Tiene de 22 sillas en lo bajo y 31 en lo alto.

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En 1723 el cubo de la torre sur catedralicia se convirtió en capilla de la Soledad de María. Se le apodó también “Capilla del Marqués”, por haberla costeado el Deán don Diego de Estrada Carvajal y Galindo, primer marqués de Uluapa y vizconde de Estrada.

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El órgano monumental de la Catedral se fabricó en la Casa Merklin de París gracias a los buenos oficios del organero tapatío Francisco Godínez Morales, quien lo instaló en 1893. Originalmente tenía 38 registros.

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La capilla del cubo de la torre norte de la Catedral está dedicada al Señor de las Aguas, crucifijo monumental hecho con la técnica de la estatuaria ligera del siglo XVI y puesto allí luego de rescatársele flotando tras la inundación de la capilla donde se le veneraba. En tiempos de guerra, una bala de cañón, hoy a sus pies, estuvo a punto de destruirlo; le flanquean la Virgen doliente y la discípula de Magdala. Un Dios Creador que se inspira en el de Miguel Ángel remata el retablo.

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En la capilla del Señor de las Aguas, en el cubo de la torre norte catedralicia, se venera este relicario (diseñado por Jesús Guerrero Santos) con partículas óseas de mártires mexicanos.

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En el altar de San Clemente están las reliquias de Santa Inocencia

Información extra

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El siervo de Dios Fray Antonio Alcalde

1701 - 1792

Obispo de Guadalajara de 1771 a 1792 y el benefactor más grande que ha tenido la ciudad. Donó el dinero para construir al lado sur de la catedral, donde antes estuvo un cementerio, el templo parroquial de El Sagrario.

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Don Pedro Espinosa y Dávalos

1793 - 1866

Ultimo obispo (1854) y primer arzobispo de Guadalajara (1863). Mandó fabricar a sus expensas el desaparecido atrio de la Catedral, a la que dotó con un altar monumental de mármol de Carrara que hizo traer de Génova.

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Don Pedro Loza y Pardavé

1815 - 1898

El segundo arzobispo de Guadalajara benefactor de la humanidad, reconstruyó la arquidiócesis, que recibió en ruinas, en lo humano y en lo material. En su tiempo se hizo la capilla catedralicia de la Purísima, donde está su tumba y monumento funerario.

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José Cardinal Garibi y Rivera

1889 - 1972

El primer Cardenal mexicano, Arzobispo de Guadalajara, gran conciliador social luego de la persecución religiosa en México. Estuvo al servicio de la Iglesia tapatía como Obispo 40 años, 33 de ellos como Arzobispo.

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En 1818 un sismo desplomó por tercera vez las torres de la Catedral tapatía, que así perpetuó, en 1836, el grabador alemán Carl Nebel (1805 - 1855).

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El Gobernador Militar de Jalisco Manuel M. Diéguez (1874 - 1924), impuesto por el gobierno carrancista en 1914, perpetuó su radical anticlericalismo al demoler ese año el atrio de la Catedral.

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En el lado norte de la plazuela de la Catedral estaba el Palacio Episcopal, donde hoy se alza el edificio del ayuntamiento, y al lado oriente de él el templo de La Soledad, demolido en 1947.

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La sacristía se concluyó en 1687 a empeños del obispo Juan de Santiago y León Garabito, quien contrató al mejor pintor novohispano, Cristóbal de Villalpando, para pintar ‘La Iglesia Militante y Triunfante’.

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En la sacristía de la Catedral se resguarda la pintura de la Inmaculada Concepción atribuida a Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682), una de sus más valiosas obras de arte.

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El diseño de la Sala Capitular se inspiró en el de la sacristía. Adorna sus muros una galería con 39 retratos episcopales. El luneto del muro testero es del gran pintor Felipe Castro(1832 - 1908).

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El antiguo altar mayor o ciprés de la Catedral tapatía, de ocho metros de altura y 20 toneladas de peso, lo diseño en Génova, Italia, el escultor David Gandini en 1866, el oficial encargado de la instalación del ciprés en la Catedral fue Juan Durini en diciembre de 1869, junto con cuatro esculturas de los evangelistas, de factura suprema. En 1992 fue desmontado y ahora se encuentra en uno de los patios del edificio anexo, del actual Museo de Arte Sacro.